Foto: Vanguardia
Asesinato a mansalva en el penal de Ciudad Juárez
Hay tres hechos que analizar en la matanza:
Primero. Se efectuaba una fiesta de adultos. Incluía visitas y, tal vez, el ingreso de bailarinas y sexo servidoras, claro, con la complacencia de custodios y directores del centro de readaptación social. Entraron a las 23:00 horas del domingo, y las últimas salieron al filo de las 20:30 del lunes. ¿Qué hicieron en el penal durante casi 24 horas
Segundo. Hubo una masacre, no un enfrentamiento. Apenas había salido la última de las invitadas, dos delincuentes armados llegaron hasta los pasillos del área de nuevo ingreso. Esta área debiera estar totalmente separada del resto del Penal, sin embargo sólo la separan unas escaleras de una habitación de reos permanentes.
Las habitaciones de éstos tienen entre cinco y siete filtros controlados por personal de custodia. A esa hora deberían haber estado cerradas y aseguradas con candados. De tal suerte que el exceso de movimiento en el trayecto de las habitaciones a ese pasillo (unos 500 metros) no pudiera pasar desapercibido. ¿Por qué estaba libre el pasillo? Esa es la primera pregunta que alguien debe responder. Además, esa área se separa del exterior sólo por dos puertas, algo totalmente absurdo.
De la observación del vídeo del asesinato colectivo, se advierte que los agresores vienen del área de reos permanentes y que dispararon sin ton ni son, no seleccionaron a quién iban a asesinar. Se trata de una simple masacre sin sentido, similar a la de los centros de rehabilitación o a la de Salvarcar y que, obviamente, tenía la finalidad de crear una distracción mayor, o provocar repercusiones en el exterior. Pudo ser para provocar una oportunidad de escape a gran escala o producir resonancias políticas dentro de la guerra que sufre la ciudad.
A estos agresores los separaban sólo dos puertas del exterior. La manera en la que estaban armados, les hubiera facilitado salir a la calle, pero no lo hicieron: su objetivo era otro. Por eso se confunden entre una multitud de internos que habían llegado hasta los pasillos que unen al Cereso con los tribunales. Es decir: la fuga masiva era inminente. La contuvo la presencia de elementos de la Policía Federal, primero, y la de la municipal, minutos después y, finalmente, el apoyo del Ejército.
Tercero: En esas circunstancias, el secretario de Seguridad Pública, Julián Leyzaola, llegó hasta el acceso poniente de la zona aledaña al Penal y, por la prisa que tenía, no hizo caso a un retén de control. Los policías federales que estaban en la cercanía le dispararon a matar, lo que no sucedió gracias al blindaje de su vehículo.
Esos son los hechos. Mi descripción es tan puntual porque yo fui director de ese centro penitenciario durante tres años (y no sufrí fugas, motines o riñas colectivas). Un mar de opiniones e interpretaciones se han lanzado sobre tan terribles acontecimientos.
Héctor Aguilar Camín me ha pedido mi opinión y, realmente, no se necesita más de un dedo de frente para advertir que quienes mandan en el Cereso de Juárez son las bandas de la delincuencia organizada que están detenidas. Influyen, además, en la distribución de la población carcelaria, que es la decisión más importante de quien está al frente del penal. Es impensable que el director y el presidente municipal ignoren esa realidad tan evidente.
El presidente municipal lleva 4 años ejerciendo esa función (este es su segundo periodo), debe haber sido informado de esta ruptura de las normas de seguridad tan graves. Sin atreverme a afirmar que la corrupción los haya tocado, puede advertirse que al menos hay un profundo desprecio por los seres humanos que están bajo su custodia, y no les importa que mueran de esa manera tan deplorable.
Entre los internos asesinados no había ninguna estructura común, no estaban seleccionados, estaban ahí provisionalmente y había más de 40 presos en la celda donde dispararon los asesinos. Había quienes tenían unos días de haber ingresado al penal. Fue un asesinato a mansalva.
Finalmente: ¿Por qué le disparan al jefe de la policía municipal, Julián Leyzaola? ¿Por romper arbitrariamente las medidas de seguridad sin mantener ninguna comunicación previa con su homólogo de la Policía Federal, o porque lo pensaban liquidar los agentes federales?
Algunas preguntas son sencillas y las respuestas difíciles, hay otras preguntas más difíciles de plantear y claro las respuestas están en medio de los laberintos del poder, que tienen muchos pasillos donde se entrecruza con la comunidad delictiva.
Lo cierto es que al parecer la policía federal prolonga su estancia en Ciudad Juárez, la policía municipal sigue debilitada, el Cereso ingobernable, la lucha de cárteles cada vez involucra a más niños y desempleados que matan por mil pesos.
Aunque la revisión cuidadosa de los indicadores nos dicen que hay esperanzas, estas tormentas no acaban con el entusiasmo.
Gustavo de la Rosa. Activista de Derechos Humanos de Ciudad Juárez, fue también director de la cárcel de esa ciudad donde el domingo pasado (24 agosto) hubo la matanza de 17 internos.
Fuente de artículo:
http://redaccion.nexos.com.mx/?p=3258
CERESO, Ciudad Juárez, Guerra Contra el Narcoráfico, Penal, Policía Federal, Secretaría de Seguridad Pública Federal